miércoles, 27 de abril de 2011

CONTRA EL INMOVILISMO Y LA RIGIDEZ MENTAL



El seguimiento es movimiento y libertad, pero lo que estamos viendo es que el discípulo no se mueve porque hay demasiadas cosas que le paralizan: la insensibilidad, el corazón atado al poder o a la riqueza, la autosuficiencia farisaica, el legalismo y el ritualismo que dejan la peligrosa apariencia de ser perfectos cumplidores de leyes pero no testigos del amor de Dios. Pueden darse todas esas cosas y el ser humno puede sentirse orgulloso de sus logros, pero, según Jesús, el corazón no está con Dios.


Aunque el Evangelio exige conversión y cambio permanente, esfuerzo por asimilar unos valores y unas actitudes a las que nos resistimos, y es camino abierto que Jesús va marcando, todos nosotros preferimos la seguridad de lo conocido y trillado que la aventura de lo nuevo y esperanzador. Jesús nos llama a movernos en clima de libertad y nosotros nos instalamos en nuestras rutinas, en nuestros intereses, en nuestras seguridades. Pero esto no es otra cosa que el pesimismo fundamental de los que piensan que "todo tiempo pasado fue mejor", o es la gran tentación que siempre tenemos de disfrazar de fidelidad todos nuestros fundamentalismos, fanatismos o tradicionalismos pero que son búsqueda de seguridad, "salvar la vida". Seguirle a Él, por lo contrario, es aceptar el riesgo de la inseguridad como precio de la libertad y de la confianza plena en Dios.

El que sigue mirando atrás no vale para el Reino (Lc 9,62)


Manuel Díaz Mateos